jueves, 20 de agosto de 2009

MATRONA CENTENARIA

    En la celebración eucarística del día de hoy, en la Antífona de Entrada, leímos: "Alegrémonos todos en el Señor y alabemos al Hijo de Dios, junto con los ángeles, al celebrar hoy la Asunción al cielo de nuestra Madre, la Virgen María", y en el Evangelio San Lucas nos dice: "Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi Salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava" (Lc 1, 39-56).-

    Tal día como hoy en 1904, en este día de la Festividad de la Asunción de la Virgen María a los cielos, en la Hacienda Bella Vista de la Aldea Cumbres de Peña, en Santa Cruz de Mora, una de las tres Parroquias que integraban el Distrito Tovar, con Zea y Mesa Bolívar, según la Ley de División Político Regional del Estado Mérida, aprobada ese mismo año, nació la niña Eduvina, hija de Desiderio Mora Mora y Felicia Márquez de Mora, de cuyo hogar nacieron además Santos, Ofelia, Marucha, Desiderio y Rafael.

    Santa Cruz de Mora era una de las tantas zonas rurales del país cuya producción esencial era el café, ese aromático fruto natural de Abisinia, traído en buena hora por el Padre Mohedano, según refiere Arístides Rojas en "La primera taza de café en el Valle de Caracas" quien lo sembró y aclimató en las tierras que constituían "Las estancias de Chacao", en las zonas de Blandin, San Felipe y La Floresta, de la comarca de Caracas. El Padre Mohedano mereció el calificativo de algún historiador de la economía agrícola del país de haber sido "el mejor Ministro de Agricultura que ha tenido Venezuela, desde la Colonia hasta nuestros días".

    En el siglo XVIII el crecimiento general de la agricultura, la industria y el comercio de la metrópoli española, obligó a estrechar los lazos que la unía con las lejanas colonias americanas, con el ánimo de aprovechar los productos que aquí se generaban.

    Sin embargo, también fueron muchos los conflictos entre la colonia y la metrópoli, porque los mantuanos criollos estaban detentando un creciente poder y aspiraban no sólo a dirigir y a tener mayor influencia en el ámbito civil, sino porque la producción y exportación de los rubros más importantes del país habían logrado una calidad económica nunca antes alcanzada.

    España, como todas las potencias coloniales pretendió tener el monopolio del comercio con sus provincias de ultramar. En la bula alejandrina del año 1494, bajo el pontificado de Alejandro VI, se repartió el continente americano entre el reino de Castilla de los Reyes Católicos y el de Portugal del Rey Juan II, ratificado por el Tratado de Tordesillas de 1498, que excluyó a Francia, Inglaterra y Holanda en la participación de las riquezas de este continente, lo cual hizo expresar al Rey Francisco I de Francia en tono gracioso, pero no exento de verdad "que le mostraran la cláusula del testamento de Adán en que éste autorizaba a sus hermanos de Castilla y de Portugal para que se repartieran el Nuevo Mundo".

    Este monopolio de la corona española produjo no sólo el enfrentamiento entre las potencias coloniales, sino la proliferación de corsarios y piratas, muchos de ellos bajo la tutela y protección de reyes y emperadores con quienes compartían el producto de sus botines, lo que dio origen a la denominada "patente de corso".

    Con el correr de los años, los cargamentos de metales preciosos provenientes de las minas de México y Perú hacia España fueron un atractivo para los bucaneros.

    Después de 1560, los piratas Hawkins, Drake, Raleigh, Clifford y otros, atacaron y ocuparon los puertos hispanoamericanos del caribe, tanto es así, que en 1585 Drake saqueó a Santo Domingo y ocupó Cartagena con dos mil hombres y Clifford a San Juan de Puerto Rico con veinte navíos y durante la segunda mitad del siglo XVII fueron saqueadas las ciudades de Santiago de la Española (1659), Santiago de Cuba (1662), Campeche (1663), Portobello (1668 y 1680), Maracaibo (1669), Santa Marta (1670 y 1677) y Panamá (1671), entre los más importantes, sin que el poderío militar y naval de España pudiera ocuparse de la defensa de estos territorios, ya que el grueso de sus fuerzas batallaban sin cesar en las guerras europeas.

    Además tenemos que resaltar el hecho de que el comercio de contrabando era cada vez más floreciente, sobre todo entre las posesiones españolas y las inglesas del caribe.-

    Tiempo después las haciendas criollas tuvieron enormes producciones de carnes saladas, tabaco, mulas, cueros, granos y un intenso comercio de esclavos y mercaderías europeas con las islas caribeñas.

    En 1770 Don Francisco de Saavedra, Intendente de Caracas, informaba que el comercio con las colonias extranjeras traía a esta provincia más de trescientos mil pesos anuales en oro y proporcionaba la salida de diez mil mulas, además de carnes, cueros, verduras y otras menestras.

    Sólo en la década de 1790 empezaron a tener importancia las ventas de café. En su estudio sobre "La Crisis del Régimen Económico Colonial en Venezuela 1770 – 1830", de Yoston Ferrigni Varela, se establece que el café "fue la gran novedad del comercio exterior venezolano; el café no fue sólo un reglón nuevo que logró sortear la contracción comercial iniciada en 1794, sino un producto que en muy poco tiempo, y a pesar de la conmoción provocada por la Guerra de Independencia, se convertiría en la base de sustentación de la economía del país durante un siglo. Entre 1796 y 1809, las exportaciones tuvieron un crecimiento extraordinario; el café dejó de ser un artículo marginal en el cuadro de las exportaciones venezolanas y se convirtió en uno de sus componentes fundamentales. En 1790, los embarques por La Guaira alcanzaban apenas a 1.000 quintales, seis años después, en 1796, habían aumentado a 4.846,62 quintales y durante la primera década del siglo experimentaron un avance extraordinario; en efecto, en 1804 salieron 10.000 quintales y en 1805, 16.599 y en 1809, poco antes de las turbulencias independentistas de Caracas, la exportación ascendía ya a 61.166,91 quintales, de manera que el crecimiento experimentado, había sido, sin duda enorme".

    Venezuela se convirtió, pese a las azarosas guerras civiles después de la Independencia, en un importante productor y exportador de café, incrementándose hasta los primeros años del siglo XX en los cuales se llegó a exportar, en 1919, 82.382 toneladas, cantidad máxima en toda la historia y podemos afirmar que hasta que en Diciembre de 1922 reventó el pozo Barroso 2, en el Campo La Rosa en Cabimas, que inició el auge petrolero en nuestro país, el café fue el primer producto de exportación y proveedor de divisas para el erario nacional.

El Fondo Mundial del Café, en sus reuniones anuales en su sede de Ginebra, asigna los cupos de exportación para cada país, habiendo sido el nuestro uno de los mayores de América Latina, apenas superado por Brasil y Colombia. Aún recuerdo cuando el estimado y querido amigo Néstor Luís Trejo, Diputado al Congreso Nacional por el Estado Mérida, electo en las planchas del Partido Social Cristiano COPEI en los comicios del año 1964, y como miembro de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, formó parte de la delegación venezolana que asistió a esta ciudad suiza donde lucharon y obtuvieron una importante cuota de exportación del grano para nuestra nación.

        Así como en Colombia se cultiva el café en diferentes regiones del país, sobre todo en la llamada "Antioquia La Grande" (Antioquia, Caldas, Risaralda y Quindío), aquí en Venezuela y sobre todo en los Andes, el proceso de producción y aclimatación fue un hecho fundamental en sitios como Rubio en el Estado Táchira, Guarìco en Lara, Escuque, Isnotú, Biscucuy y Campo Elías en Trujillo y en Mérida en las zonas de La Azulita, Chiguará y Santa Cruz de Mora.

    Doña Eduvina, ya casada con Don Rosendo Camargo en la población de Capacho del Estado Táchira, y madre de Carmen (fallecida), Rosendo, Teresa y Gustavo, se convirtió con el tiempo en una importante compradora y exportadora de café y aquí en Mérida, su negocio ubicado en el cruce de la Calle 21 (Lasso) y de la Avenida 4 (Bolívar), era punto de encuentro para productores y negociantes de café, con una información diaria a través de sus asociados de Nueva York sobre su cotización en la Bolsa de Wall Street.

    Los venezolanos acostumbramos a comenzar el día con "un negrito" y luego del saludo matinal viene el comentario político, deportivo, social o familiar con el cercano aroma del cafecito que se repite a lo largo del día con la reiterada invitación a compartirlo.

    Hoy los nuevos tiempos no presagian nada bueno para los productores de café.

    La prensa local y nacional ha reflejado la intervención gubernamental de dos de las más importantes torrefactoras nacionales. Es la manera de disimular, por decirlo en términos benignos, el fracaso de la política agroalimentaria de este gobierno que pronto tendrá solución cuando veamos descargar en nuestros puertos las 1.500 toneladas de café verde pactadas con el gobierno brasileño y los 30.000 quintales de café oro, listo para procesarlo, del hermano nicaragüense del ALBA.

    En el aspecto familiar, los cuatro hijos de Doña Eduvina han sido exitosos profesionales, y Rosendo, Teresa y Gustavo, además, profesores universitarios, lo cual determina una más de las facetas de la hoy homenajeada, la de ser madre y maestra.

    Doña Eduvina entendió que la instrucción de sus hijos era tarea fundamental y el Colegio Inmaculada Concepción de las Hermanas Salesianas para Carmen y Teresa, y el Colegio San José de los jesuitas, para Rosendo y Gustavo, fueron pilares de una educación que luego continuaron en nuestra Universidad de Los Andes que los hizo ejemplo y guía de sus jóvenes e innumerables alumnos, quizás porque Doña Eduvina se hizo eco del genio de Simón Bolívar, tal y como lo asienta el distinguido escritor y diplomático tovareño Armando Rojas, cuando dice: "En Abril de 1825, el Libertador, preocupado por la educación sólida y eficiente de su sobrino (Fernando Bolívar), se dirigía desde Lima a su hermana María Antonia en los términos siguientes: "… Escribe tu, de mi parte, a los encargados en Norteamérica de la educación del joven Fernando Bolívar, encareciéndoles el esmero con que yo quiero que se eduque mi sobrino. Que aprenda las lenguas sabias y las vivas, las matemáticas, historia, moral, bellas letras, etc. Un hombre sin estudio es un ser incompleto. La instrucción es la felicidad de la vida, y el ignorante, que siempre está próximo a resolverse en el lodo de la propia corrupción, se precipitará luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre" (Vicente Lecuna, Cartas del Libertador, Tomo IV, pp. 302 y 303).

    Doña Eduvina: Hoy damos gracias al Altísimo porque le ha concedido la oportunidad de llegar a estos hermosos 105 años de vida en condiciones que le han permitido disfrutar y compartir con los hijos, nietos y bisnietos y con los amigos que la queremos y admiramos.

    En el Salmo Responsorial de hoy, leímos: "Entre alegría y regocijo van entrando en el palacio real. A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrará príncipes por toda la tierra" (Sal. 44), y hoy Doña Eduvina tiene por palacio real a Santa Cruz de Mora y a Mérida, y los príncipes son todos sus familiares que se inclinan devotos para pedirle la bendición y así siga siendo, como las santas mujeres de Israel, para ellos y para todos nosotros, crisol de virtudes, de principios cristianos y ejemplo de ciudadanía y convivencia.


 

PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL DR. ALVARO SANDIA BRICEÑO EN EL HOMENAJE A DOÑA EDUVINA DE CAMARGO CON MOTIVO DE CUMPLIR 105 AÑOS DE VIDA, EL 15 DE AGOSTO DE 2.009

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